4 jun 2010

Creencias raíces.


Las creencias son unidades de información que se organizan solas formando estructuras de "suave" conexión entre sus elementos -es decir, que se dan con gran facilidad, aunque no necesariamente han de darse- y que se rigen por leyes asociativas de la imaginación, que no de la razón, al decir de Hume, que en su clasificación las llamó de tres formas: de causa y efecto, de contigüidad y de semejanza.

En la base de las estructuras pensantes están las creencias raíces, imbricándose blandamente en los terrenos del inconsciente; que en realidad lo es más por desconocido, que por inaccesible. Con eso sostengo no sólo que es posible acceder a gran parte de él, sino que es buena idea hacerlo si el objetivo es ampliar el panorama consciente y acabar con el sufrimiento, que de forma tan perenne se vive, sin serlo.

La conciencia humana es como un iceberg, así que la mayor parte está sumergida. Las raíces de los terrenos emocionales están inmersos en el líquido, así que a ese nivel, la suave conexión de las estructuras asociativas de las creencias son aún mucho más sutiles. Una sutileza que a veces sólo es la impronta de un tanteo, que dejó su huella inmarcesible antes de diluirse en la nada.

Sabemos que la "lógica" que asiste a la estructura de la imaginación no es nada rigurosa; no puede serlo en tanto permite ciertas asociaciones que en muchos casos derivaron de dificultades no resueltas, por tanto "mal" interpretadas, de nuestras experiencias. Del conflicto entre creencias devienen actitudes incongruentes. Cuando el nivel de satisfacción vital es bajo, lo que pienso y lo que siento a menudo están en franco desacuerdo. Lo que pienso parece claro, mas no lo que siento, que se muestra entre una neblinosa consciencia y una consciente ignorancia, bajo extrañas capas de indiferencia y dolor.

He averiguado que lo que siento no lo siento porque sí. Lo siento porque lo creo desde un terreno muy profundo de mis creencias sumergidas. Las primeras estructuras de asociaciones, por pura inmadurez de mi cerebro, surgieron desde formas de sentir puramente irracionales.
Hasta que mi lógica empezó a funcionar, "malasimilé", por así decir, muchos datos. Me parece natural que un ser preconsciente cometa errores en sus primeras asociaciones. Tiene sentido. Cuando acaba de empezar su baile con el ensayo y el error en pos de los estímulos y de sus deseos preconscientes, entiendo que sobre todo es manejado por su genética y por la influencia ambiental.

Por eso, cuando lo que siento me duele sé que su origen es la parte no resuelta, que se pone de relieve en su contradicción con lo que pienso. Si estuviera resuelta no discutiría tanto conmigo, ni tampoco con los otros, sea literal o figuradamente. Y en tanto me duele, me molesta llevarla a todas partes. Mas no puedo deshacerme de ella. Tengo que escucharla; quiera o no quiera, algún día ella me obliga de alguna forma, a veces agresiva.

Tras comprender las asociaciones, tengo que "romper" a conciencia aquellas con las que una parte de mí se sigue identificando erróneamente. Y tengo que hacerlo porque no estoy dispuesta a que algo que me programa desde el inconsciente, lo siga haciendo hasta el final de mis días aquí. Si no puedo suprimirla, tengo que resolverla. Pero no puedo resolverla si no la conozco. Y no puedo conocerla si no me sumerjo en las capas de mi pensamiento.

Hacerlo me da miedo, sobre todo en los comienzos, por creencias erróneas que lo avalan.
Pero si no lo hago, el miedo seguirá ahí, más o menos presente, en función de mi capacidad para evadirme de él y refugiarme en otras cosas. Evadirse por sistema del miedo emocional sólo lo engorda. Y aunque mire para otro lado, por las grietas de mis incongruencias me saldrán todas las goteras.

Somos lo que somos. Lo neguemos o no, ahí está, llamándonos a ser auténticos... Cada cual lo gestione a su modo, desde la serena y lúcida comprensión que da la inteligencia consciente, o a base de pelear con los elementos de la navegación hasta extenuarse y naufragar en la isla desierta de su propia confusión.

Vivir mi vida con un nivel importante de automatismo forja una pseudoconciencia de la insatisfacción que se retroalimenta con las creencias de baja vibración energética que manejo (las lúcidas vibran alto, las opacas vibran bajo). Eso resta lucidez a mi pensamiento y velocidad al acto de decidir lo que prefiero pensar y lo que quiero hacer.

Vivir mi vida con un nivel importante de automatismo, me empuja a dar a otros la responsabilidad de mi sufrimiento. Y si sigo escalando por él, termino apostando por la escasez del amor genuino, ese al que paradójicamente aspiro y cuyos breves rayos me tapan las nubes de mis creencias raíces: Allá donde el pensamiento cree no tener competencias porque su lógica se tambalea hasta considerar que, lo que allí se esconde, no puede conocerse porque no sabe expresarse con palabras. Por eso en los primeros intentos de hacerlo sólo hay balbuceos y titubeos, cuando no negativas de pleno a verbalizarse porque un miedo con demasiadas y profundas raíces me desafía.

Vivir mi vida con un nivel importante de automatismo, arroja al trastero todo lo que me duele, y me fuerza a esquivar su memoria hasta hacerme sentir que ya lo he superado. Como cuando de niña me aterraba ir de madrugada y sola a vaciar la vejiga. Y cuando en el titubeo me dormía de nuevo unos minutos, "feliz" por creerlo superado, la contracción del esfínter me devolvía la angustia intensa que tiene para mí la fuerza de lo pendiente.

Son muchas incidencias. He de averiguar si basta con cambiar las preferencias del programa, si es mejor actualizarlo o instalarme otro que no me llene la vida de problemas indeseables...

Eso requiere resolver antes algunas contradicciones entre lo que pienso y lo que pienso*. Y cuando hacerlo me lleva a identificarme con la pequeñez para sentir que no puedo y justificarme ante mí misma la manera en que no puedo, suelo pedirle a la conciencia superior con la que la mía prefiere identificarse, que me eche un cable, pues entiendo que mi plan no puede estar nunca por encima del suyo.

5/2/2011
* Entre lo que pienso racionalmente, y lo que pienso emocionalmente, que al principio no halla palabras para expresarse, pero que puede y debe hacerlo en caso de conflicto. Interior o exterior, es lo mismo.

2 comentarios:

PazzaP dijo...

Nebroa dijo...
Para leer, reflexionar y actuar...
Yo estoy inmersa en un camino similar al que queda expuesto en tu entrada... En pleno proceso...

5 de junio de 2010 01:06

PazzaP dijo...
Gracias Nebroa. Real como la vida misma. Mi vida.

17 de junio de 2010 12:25

Nebroa dijo...

hace seis meses... Y no sabes lo que ha mejorado todo respecto a lo que decías y supongo, sigues manteniendo.
Investigar por los adentros, qué había establecido como propio, como real, como verdadero, que no sirvió más que para lo que tuvo que servir en su momento. Y volver a recrearme, sin olvidar nunca la consciencia que debo poner en mis ideas. Y no huir de la decisión firme de mover las fichas de la manera más adecuada para experimentar esta vida de la manera más feliz posible. Y seguir. Y no frenar. Y ser firme en el planteamiento...

De todas maneras, respecto a mi entrada, al final no creo que haya una respuesta principal y básica. Una cosa antes o después que la otra. Más bien un entramado. Que la creencia básica es la que promueve el sentimiento, y el sentimiento las ideas. Pero si nos remontamos, tal vez, justo cuando las creencias fueron establecidas, no las que vienen por genética, sí las de la infancia, tal vez sentíamos antes de aprender... Mmm... Me entindes algo?

Beso! Enormeee!