8 sept 2010

La Libertad y el Amor (II)

Tomada de Internet



En el amor incluimos un instinto biológico, un sentimiento de solidaridad o de compañerismo con los demás, una necesidad de protección al sentirnos algo tan pequeño en el universo, un deseo de proteger al tiempo que nos reafirmamos ante el otro que es desvalido, la satisfacción de que todos sepan que hacemos actos generosos, todo ellos lo catalogamos como amor, junto con toda clase de sentimentalismos y emociones aprendidos, sin excluir los apasionamientos movidos por impulsos biológicos, y neurológicos en particular, que nuestra sociedad exalta. A todo eso llamamos amor.

Son necesidades físicas afectivas y mentales que exigen su cumplimiento en el amor, y como las proyectamos en personas, son demandas que dirigimos a los demás. No es extraño que quedemos defraudados cuando aquéllas no responden a estas pretensiones fantásticas. También los demás tienen las suyas, no menos fuertes. Y a todo el entramado de necesidades psicológicas que engendra el error, nos hemos acostumbrado ya. Así entendemos la expresión de los sentimientos. Pero ¿es eso el amor?

Si descubriéramos lo que somos en un instante de contemplación de nuestra esencia sin límites, incondicionada, caerían todos los errores de separatividad, los temores, las envidias, los rencores. Al ver nuestra esencia, estaríamos espontáneamente en el amor. El amor es la expresión en el movimiento del vivir la unidad de conciencia que somos.

Y la unidad luminosa que es nuestra esencia se expande en un estado atemporal de amor. Ese amor no hace concesiones al tiempo, no está en el pasado, en el presente, ni el futuro, y no dura ni más ni menos. El amor no dura nada. Está fuera de la temporalidad. Y habremos de ir fuera del tiempo para encontrarlo. (…) nuestra esencia no está en lo temporal. (El amor) Es eterno, no porque dure mucho, más que una vida humana, sino porque no pasa por el pensamiento y por ello no cae en la historicidad, en lo anecdótico.

4 comentarios:

Nebroa dijo...

Paz, puesto que hemos ultrajado el significado y la definición de el AMOR, cómo llamas tú al otro? al que ya sabes, a ese del que hablamos coloquialmente diciendo que nos gustaría sentirlo?

PazzaP dijo...

Buena pregunta, Nebroa... ¿Cómo lo llamarías tú? ¿Cuál sería el denominador común de ese otro, el que ya sabes, ese del que se habla coloquialmente diciendo cuánto gustaría sentirlo y que tanto sufrimiento nos procura?

La intención de amar es genuina; aunque suela desvirtuarse por el camino entre los conflictos que la necesidad misma provoca.

La voluntad para elegir es propia, sin embargo la responsabilidad de nuestro infortunio parece que no lo fuera. De hecho, ya se encarga la frustración de proyectarla en otros, porque verla en uno mismo es demasiado dolorosa.

Nebroa dijo...

Yo no sé cómo llamarlo. Quiero sentir el puro, el bruto, no me gustan el resto, lo que queda, en lo que se me convierte el que siento...
Ya que somos conscientes de cómo se desvirtúa, como dices, de cómo la frustración se pone enmedio... Qué hacemos? Hay algo que esté en nuestra mano?...
Bueno, ya, sé que sí, que de hecho sólo está en nuestra mano, pero creo que no estoy preparada, que me faltan mil kilómetros para llegar a él sin que el ego se meta enmedio...
Tú m'entiendes?

PazzaP dijo...

T'entiendo. :)

Dices que somos conscientes de cómo se desvirtúa, pero ¿lo somos realmente, o sólo decimos que lo somos? ¿Lo somos, o sólo nos gustaría y en cambio adoptamos actitudes que nos alejan de serlo?

Como bien dices, sólo está en nuestra mano, todo los que nos atañe lo está, en tanto depende lo que elegimos creer pero... ¿es nuestra voluntad de hacer congruente con nuestro pensar? ¿Es nuestro pensar congruente con nuestro sentir?

Mil kilómetros o uno... todo es tan relativo... como entrar a tu casa a oscuras y golpearte contra los muebles, o encender la luz y mirar lo que hay... ¡sin juzgarlo!

Lo que hay es un hecho, pero las interpretaciones sobre lo que hay pueden ser incontables. Darse cuenta es la clave, y quien de verdad quiere, lo logra, no me cabe ninguna duda.