5 sept 2010

Los nadies.

Sueñan las pulgas con comprarse un perro. Y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte, pero ni en lloviznita cae la buena suerte, ni hoy, ni mañana, ni... nunca, por mucho que a los nadies les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba, los nadies, los dueños de nada, los hijos de nadie, los ningunos, los ninguneados, que no son, aunque sean, que no hablan idiomas sino dialectos, que no profesan religiones, sino supersticiones, que no hacen arte sino artesanía, que no tienen cultura sino a lo sumo folclor, que no son seres humanos sino recursos humanos, que no tienen nombre sino número, que no figuran en la historia universal sino en la crónica roja de la prensa local, los nadies que cuestan menos que la bala que los mata.




No son libres los caminos del éxodo humano. Inmensas caravanas andan por el mundo, caravanas de fugitivos de la vida imposible, que huyen de las guerras, pero sobre todo huyen de los salarios exterminados y de los suelos arrasados.

Las estadísticas dicen que son muchos los pobres del mundo, pero los pobres del mundo son muchos más que los que se dice que son. La joven investigadora Catalina Álvaren Insúa formuló un criterio muy útil para corregir los cálculos: "Pobres son los que tienen la puerta cerrada." Cuando Catalina lo dijo tenía tres años de edad. La mejor edad para asomarse al mundo y ver.




Rubén Omar Sosa escuchó la lección de Maximiliana en un curso, en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, y eso fue lo más importante que aprendió en todos sus años de estudiante. Maximiliana, una vieja cascada por los años, los años de una vida larga y sin domingos, estaba internada en el hospital, y cada día desde su cama pedía "doctor, ¿podría tomarme el pulso?". Y él, con una suave presión de los dedos le tomaba el pulso y le decía "setenta y ocho, perfecto". Y ella "gracias, doctor, muchas gracias. Y ahora, por favor, ¿podría tomarme el pulso?". Y así una vez y dos, y otra vez y otra...

Y él, el médico, sabía que su profesión obliga a ser paciente con los pacientes, pero pensaba "esta vieja es un plomo", y pensaba, "le falta un tornillo." Y así, día tras día, ella seguía ofreciendo ese brazo, esa ramita seca, y él continuaba tomando el pulso una vez y otra, tocándola con una presión suave de los dedos...

Años demoró en darse cuenta de que esa mujer estaba pidiendo que alguien la tocara.



La vida según Galeano

evargasrivero 27 de junio de 2009

Canal Encuentro presenta "La vida según Galeano", un ciclo en el que Eduardo Galeano nos acerca su particular manera de ver Latinoamérica y el mundo. El genial escritor uruguayo selecciona y relata los textos más destacados de su obra. Su particular mirada sobre la historia, los hombres, el arte y las pasiones se van entrelazando con imágenes y documentos que ilustran el testimonio de uno de los más atentos observadores de nuestros tiempos. En trece capítulos, Galeano aborda el amor, los niños, el fútbol, las mujeres y otras pasiones que iluminaron su reconocida obra. Sus breves y contundentes relatos van desde pequeños detalles hasta grandes planteos que enfrenta la humanidad actualmente. El recorrido no tiene límites; la guía es la sinceridad y el asombro por los seres y las cosas que nos rodean. Desde un ambiente íntimo y habitual para los escritores, este ilustre intelectual latinoamericano compartirá con la audiencia ideas, relatos y varios de sus textos que confluyen en recuperar la historia y las historias de nuestro continente para saber qué pasado hemos levantado y qué futuro estamos construyendo.

Capítulo 1. Mujeres
Capítulo 2. Niños
Capítulo 3. Los primeros americanos
Capítulo 4. Futbolerías
Capítulo 5. Amares
Capítulo 6. Memorias y desmemorias
Capítulo 7. Hijos de África
Capítulo 8. Los nadies
Capítulo 9. El arcoiris terrestre
Capítulo 10. El miedo manda
Capítulo 11. Mapamundi
Capítulo 12. Te doy mi palabra
Capítulo 13. Mundo se rifa

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