12 dic 2010

¡Pordió!

Quino

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Te dejo solo con esa mochilita de responsabilidad, para que te gestiones ese dolor que dices sentir muy grande cuando manifiesto mi libertad. Ya no me conmueve este patrón que seguimos de "yo te monto la filípica y tú me pides perdón constantemente".

Parece que aquí mando yo mucho, pero no. Eso es lo que parece, pero no. Porque la cosa es que tú estás revoloteando en mi vida porque quieres. Te hago aspavientos a veces y a ti no te molestan demasiado; más que el susto que te da que un día me enfade de verdad y pueda estamparte.

Espero que no te enfades tú, si ya no quiero que seas mi compañero de clase. Eso de copiarme los deberes porque yo soy la chica lista y guapa, no, de eso nada. Tú ya has aprendido lo suficiente para estar solo, y solo tienes que gestionarte.

A veces, cuando hablamos, me cuentas aspectos que para mí son revelaciones sobre los mismos problemas que me dices que tienes. Y yo te lo advierto. Me deshago en metáforas. Y es cierto que me encanta hacerlo. Pero entonces, tú respuesta verbal es simple guturalidad; mientras que la no verbal me habla de lo despistado que estás, aunque quieras ser mi mejor amigo-alumno de prácticas.

Pues a repetir curso, ya que seguimos con la metáfora didáctica; y a practicar más lo que aprendes. Yo ya no quiero ser tu maestra. Nunca lo fui. En cualquier caso quería ser tu compañera cuando te dije que pisaría fuerte y que quizá no te gustarían mis cambios. Aquí, hoy, se marca un hito…  Respira profundamente tres veces, si te late el corazón a ciento.

Hemos de cambiar nuestra relación, por mucho que te hayas por fin acomodado de nuevo. Cada conflicto entre nosotros, que se supone que estamos espiritualmente cerca, no puede ser la suma de un ego + otro ego al cuadrado. No. Mucho ego para mi viaje espiritual. Yo estoy atenta a clase y no te cuento mis cosas para entretenerte el rato. Te las cuento para que aprendas si quieres, y si no, pues no pasa nada. Iremos espaciando los diálogos, porque no me tienta hablarle a los muros.

Para terminar, disculpa si ya no me basta que me cuentes con palabras repetitivas lo bien que estás. Yo eso quiero verlo en la acción. No la acción frente a mí, como si yo fuera tu generala. En la acción global de tu vida. Te observo en conjunto y desde ahí te cuento, en tanto que como espejo me elegiste a voluntad. Claro que... tu espejo según tú mismo te veas, no según te vea yo.

Vete pensando el modo de arreglarlo. Qué propones para que estos reclamos que me haces sean elementos no presentes en nuestros intercambios. No procedería, además, si ambos hemos establecido que el amor autético es incondicional e incausado.

Tu coso te espera. Valor, y al toro.

No releo. Lo siento si es nitroglicerina en tus manos…

Paz y Amor, hermano de buena voluntad.

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