1 feb 2011

Juego.


Lo que hace del  juego un instrumento de socialización tan poderoso es la forma en que se desata la imaginación. Creamos realidades alternativas y ahondamos en ellas en un tiempo suspendido. Nos  hacemos exploradores de una inmensa otredad, de los infinitos ámbitos posibles de existencia que podría haber. Mediante el juego incorporamos a nuestro ser parte de estas otras realidades imaginadas.

El proceso de imaginar nos permite reunir experiencias corporales, emociones y pensamientos abstractos en un solo lugar, la mente empática. En ese sentido, la imaginación humana es al mismo tiempo emocional y cognitiva. Expresamos emociones  y creamos pensamientos abstractos al unísono.

(...) En Cartas sobre  la educación estética del hombre, escrito en 1795, Friedrich Schiller comentaba que "el hombre sólo juega cuando es un ser humano en el sentido más pleno de la palabra, y sólo es un ser plenamente humano cuando juega". La razón es que, en el ámbito cultural, el juego es la expresión suprema de la vinculación humana. Jugamos unos con otros por amor a la comunicación. Jugar es el acto de participación más profundo y es posible gracias a la confianza colectiva, a la sensación de que, en esos momentos, cada participante puede bajar sus defensas y entregarse al cuidado de otros para poder sentir la euforia que surge de esa comunión.

La libertad y el juego también tienen una base en común. El verdadero juego es aquel en el que se participa de una forma voluntaria. No se puede obligar a jugar a nadie. Los participantes se entregan al juego  "por el juego en sí". El objetivo es sentir alegría y reafirmar el instinto de vida. En la esfera cultural, mediante la experiencia de juego aprendemos a participar plenamente y en un plano de igualdad con los demás. Nos lo pasamos bien con ellos. El ser humano no puede ser realmente libre si no es capaz de sumergirse  plenamente en el juego. Según el filósofo francés Jean-Paul Sartre, "cuando el  hombre se percibe a sí mismo como libre y desea usar su libertad (...), su actividad es jugar". ¿Se puede sentir alguien más libre que cuando juega?

Así pues, el juego dista mucho de ser una actividad trivial. Es donde extendemos nuestra conciencia empática y aprendemos a ser plenamente humanos.


La civilización empática. Jeremy Rifkin.

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Una vez jugué a un juego muy divertido. El más divertido que yo hubiera jugado nunca. Luego el juego se acabó y yo me quedé llorando sin consuelo. Yo quería seguir jugando, mas no el otro. Entonces me enfadé y tardé en entenderlo. Y en el ínterin sufrí, y sufrí, y sufrí, todo lo que soy capaz cuando me empeño.

Menos mal que ya lo he entendido: El verdadero juego es aquel en el que se participa de una forma voluntaria.

8 comentarios:

Gaearon dijo...

Lo del spanking day me da que pensar y algo de miedito, esto de que le sacudan a uno...
Bueno, si es jugando, vale. Pero pega flojito, eh?.

Que el verdadero juego es aquel en el que se participa voluntariamente es algo que todos deberíamos entender desde muy pronto. Mejor nos iría.

Besossss

Elvis dijo...

Ciertamente, el juego es uno de los mayores medios sociabilizadores, pero... la sociabilización debe continuar también positivamente cuando termina el juego, y eso es algo que muchos no aplican.
Besos.

PazzaP dijo...

Pero hay una clase de juego al que muchos quieren jugar, pero pocos reconocen ese derecho a la participación voluntaria.

Se montan líos muy raros para jugar sin ganas y se sufre bastante.

¿Jugaste alguna vez?

PazzaP dijo...

Claro, Elvis. Por aquello de no tener claro lo del derecho voluntario a jugar, o no.

Y es que para chantaje, el emocional. Va de cine; de terror y también en pelis cómicas.
´
Además Elvis, no es posible aplicarlo cuando uno está enfadado. Y está enfadado, sobre todo, porque quiere que el otro sea como no es.

La reina de la miel dijo...

Uufff...

PazzaP dijo...

¿Qué en concreto te hace "uufff"? :)

La reina de la miel dijo...

Pienso en los juegos matrioshka, o en los juegos en los que cada jugador tiene el libro de instrucciones de la otra persona, o cualquier juego-droga que destruye al tiempo que da placer...y, de verdad, no me llegan las meninges para decir más que uufff...

PazzaP dijo...

Te destruye al tiempo que da placer... Los dos extremos de un continuo dentro del cual vibramos sin saber manejar el grado de fluctuación que queremos.

Conocerse es cobrarse.
Cobrarse es tenerse.
Tenerse es sujetar las riendas de lo propio.
Llevar las riendas es conducir por donde uno quiere, sabiendo que prestarse a otros, no es permitirle que sea nuestro dueño.

Los lazos emocionales esclavos de la necesidad que uno está convencido que tiene, y que cree no poder satisfacer sino por intermedio de otro, de un otro en particular por obra y gracia del empeño irracional de uno, son los que en realidad le apresan.

Conocerlos abre la puerta a libertad de decidir si uno quiere manejarlos o continuar siendo manejado por ellos.

Si te fijas, Reina, sólo la ignorancia nos atrapa. La ignorancia y un profundo desafecto propio, en tanto uno se cree que no es amor sin el otro.

Y lo es, con o sin él. Mejor con él, pero que no sea a costa de uno mismo. ¿No crees?