1 abr 2011

XXXI. Encuentro lo que elijo.

De S.I. (Si alguien sabe de quién es, lo diga.)

He retocado algo el texto, pero puede que siga siendo intraducible.
No importa.

Este apartado es personal: transpersonal quizá debiera llamarlo. Y entiendo que no se entienda. Mas como es mi plataforma para aclararme yo misma, no pienso demasiado en si suscito o no interés en los potenciales observadores de mis procesos internos.




Encuentro lo que elijo.

No necesariamente todo de golpe, es obvio. Más bien... como a latidos, oscilaciones o vibraciones, que van dando forma a esas elecciones mías que me hacen pensar esto, hacer aquello, actuar en suma.



No sé cómo lo expresaría cada cual caso de hacerme traducible.

Mi testimonio es que esa forma de irse conformando los distintos relieves de mis experiencias, producen en mi atención un efecto como de película, pobladita de fotogramas que puedo manipular a placer con el fhotoshop de la  memoria.

Amplío uno cualquiera, lo enfoco y desde ahí comienzo a rodar otra película, por supuesto que mental, que me creo hasta el extremo de cambiar mi voluntad congruente con el argumento de esa nueva película que sólo está en mi cabeza.

Por ejemplo, cuando me siento una víctima de algo, lo que sea: de que llueve demasiado; de que la gente se cuela en la tienda o en el tráfico; de que me duelen las cervicales o los meniscos; de que mengano o zutana saben tocarme las gónadas a distancia...

Todas esas cosas, grandes, medianas o pequeñas, que me pasan, y que van destilando ira que me trago de incierta forma, y que no siempre puedo procesar.

No puedo esperar tener buenas digestiones de mis experiencias si son esas las energías que me mueven y que además yo permito que lo sigan haciendo por obra y gracia de mi inercial afán.

Claro es que nada me impide sentir incomodidades, siquiera para confirmar por enésima mis premisas de partida: que soy esa víctima de marras y/o que el mundo está en mi contra. Esto, siempre en porcentajes fluctuantes a cargo de lo cotidiano: de lo que "me" pase, de lo que "me" hagan, de lo que"me" digan, de lo que a mí, me, conmigo.

Siempre desde un punto egocentrado desde el que voy juzgándolo todo sin excepción.

Al fin y al cabo lo que interpreto es lo único que me importa. Tanto si interpreto yo, como si entrego a otro todo mi crédito.

Y en ese irme encontrando lo que voy eligiendo, por las mismas, cuando no me gusta, voy negando que lo haya elegido yo. Porque... muy pocas veces se parece a lo que yo he imaginado. Tanto menos cuanta más ira riegue mi pensamiento.

No me doy cuenta de ese desdoblamiento y ampliación del fotograma que me hace vivir mis experiencias como películas propias, obviando en gran medida que he de habérmelas con las películas mentales de otros, y que todo a la postre se reduce a un baile de interpretaciones.

Si eso es así, comprendo que haya tantos conflictos... Menuda escalada de "no te, no me, soporto" sumando efectos a escala mundial...

Hoy creo que el único nexo que reconozco auténtico, en los fotogramas que experimento en mi vida, es un sustrato de lo amoroso (incondicional e incausado, amor por amor mismo): tan fosilizado otrora, como húmedo y saciante ahora.

Me gusta el contacto con ese nexo. Y ahora que sé que lo llevo dentro, no pienso perderlo de vista.

4 comentarios:

Gaearon dijo...

...Y a mí me dicen críptico a veces... :D
Debo reconocer y reconozco, que no lo he pillado. Palabrita.
Pero me lo leído, de pe a pa. Eso sí.

Besitoss

PazzaP dijo...

No importa, Gaearon, de veras...
No te canses, no es necesario.

Biquiños :)

Kum* dijo...

Todo, o casi, en la vida es una elección. Otra cosa es que elijamos muchas veces de forma inconsciente. Por lo tanto somos responsables de casi todo lo que nos pasa. Esto puede dar miedo (no tener a quién culpar... menuda putada!), pero por otro lado y por lo mismo, podemos elegir cambiarlo casi todo. Casi. Hay cosas que escapan a nuestros superpoderes...

Luego, el pasado termina siempre siendo absuelto por la nostalgia, nos quedamos con lo lindo y de lo feo culpamos al mundo. Suena bien, pero culpando a otros nunca aprendemos. Reconociendo nuestros errores es como aprendemos. Asumiendo.

¿Sí?¿Estamos de acuerdo?

Si no, tampoco pasa nada. Al fin y al cabo, todo es mentira.

Un placer pasarme por aquí. Repetiré.

Besos payasos

PazzaP dijo...

Sí, Kum*, en esencia creo que lo estamos. Y en apariencia, hasta donde se muestra, ni lo dudo.

La cuestión es considerar el error sólo como algo necesariamente esquivable, y obviar que también es un testigo fiel del cambio que pide paso de forma inexorable.

Un abrazo enorme. Aunque no nos hayan presentado.

Y aunque no vuelvas, ya sé dónde encontrarte.