22 jun 2010

XI. Desconcierto



El nivel de "desorden" en mi vida es un vivo reflejo del nivel de desorden de mi pensamiento.

Si no veo desorden en él, contradicción, conflicto, entonces tendría que ser feliz.

Pero si no lo soy, ¿cómo sabré qué es desorden?

Me lo dirán muy precisamente los conflictos que voy viviendo: la lógica que les asiste, la contradicción, el tipo de defensa, las razones...

Y entre tanta trinchera, ¿quedará algo de amor?

¿Amor? Pero...¿contaba con él?

Contaba, claro, es lo que le da sentido, pero... parece incompatible: en tanto el amor es unión, cada argumento que esgrimo separa la sutileza de su manifestación.

Puedo acostumbrarme al nivel de desorden de mi vida.
También puedo habituarme al desorden de mi pensamiento.
Al que no logro hacerme es al conflicto en mis relaciones...

Los problemas en la comunicación y el intercambio, que representan todo aquello que "me" pasa fuera de mí, son la traducción directa de lo que "me" pasa dentro de mí.

Dentro es el lugar donde a menudo manejo de forma desordenada pensamientos que no entiendo y que a veces, muchas, no sé qué hacer con ellos ni con todos sus derivados. Y así, mientras me debato o simplemente miro al techo, decide por mí lo perentorio, que me ordena lo que hacer para obtener a cambio otras cosas.

Fuera es el sitio donde veo tantos planos mezclados que a veces no me doy cuenta de las causas, los efectos y las razones, que alimentan los conflictos. Me distraigo a veces al olvidarme de que cada cual vive su película perceptiva de acuerdo a sus pensamientos más o menos inconscientes.

Cuando por bloqueo emocional voy en automático fuera, confusión y distracción suelen salir a escena, colisionando con expectativas que ni sospechaba que tengo. Porque se crían solas a mis espaldas, y el día que me giro por una necesidad repentina, allí están ellas, lozanas, infundiéndome ideas erróneas.

Mis proyecciones tienen la calidad de mi pensamiento: su salud, su fortaleza, su energía, pero también su desconcierto. Y cuando lo veo fuera, no es fuera quien lo provoca, sino mi dentro proyectado.
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Foto tomada de Internet.

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